La situación actual de tipos cero o negativos, única en la historia de forma global, tiene varias reflexiones económicas de amplio calado a tener muy en cuenta, pero la principal es que la rentabilidad sin riesgo ha desaparecido.
Cómo podemos ver en la tabla de tipos de la última década, la senda bajista de rentabilidad de los depósitos y del EURIBOR, transmiten una tendencia clara. Posiblemente, esta situación continúe durante un periodo de tiempo, ya que la desaceleración económica y un comportamiento controlado de los índices de precios, no inducen a pensar lo contrario.
Cuando los economistas estudiamos macroeconomía y política monetaria, la ortodoxia te lleva a pensar que una política monetaria expansiva, como la que hemos tenido los últimos años y seguimos manteniendo, debería llevar a la economía a ciertas tensiones inflacionistas. ¿Porque no está pasando?
Esta es una pregunta clave para comprender el momento macroeconómico en el que estamos, si hay expansión monetaria continua y no suben los precios, es que tenemos una deflación camuflada y/o una gran trampa de liquidez, con lo que la expansión monetaria está perdiendo sus efectos como dinamizadora de la economía.
La política monetaria expansiva ayuda a aquellas personas, empresas o estados que tienen deuda o que la necesitan, pero cuando ya tienen una estructura de deuda eficiente en sus balances, la mejora adicional por la política monetaria expansiva, es decreciente. Además, en estos escenarios de tipos cero, hay una tendencia de que el apalancamiento financiero se multiplique con el fin de conseguir rentabilidades ínfimas, algo realmente peligroso, como vimos con las carteras hipotecarias en la crisis financiera.
Por otro lado, hay que tener en cuenta, el insuficiente desarrollo de la cultura financiera. Aunque haya tipos históricamente bajos, estamos en máximos del patrimonio en depósitos en nuestro país, con más de 800.000 mill €, aproximadamente un 40% de los activos financieros de las familias. Los ahorradores españoles buscan especialmente preservar el capital y esto está teniendo un efecto negativo sobre el crecimiento de sus ahorros, ya que la inexistente rentabilidad de la liquidez, llevará a que pierdan poder adquisitivo futuro. No olvidemos que, la inflación, aunque baja, tiene un diferencial claramente positivo con la rentabilidad de los depósitos, y que, en las próximas décadas, el mantenimiento del sistema de pensiones público, no será sencillo, con lo que el ahorro privado será clave para poder mantener los ingresos durante la jubilación. Es necesario promover y motivar de forma más decisiva, el ahorro a través de los planes de ahorro privados.
Otra de las cuestiones importantes que surgen para los ahorradores o inversores, con el nivel de tipos actual, es la distorsión a la hora de percibir el riesgo, ya que obtener rentabilidad, cada vez, cuesta más en términos de riesgo. Hay entidades financieras que tienden a aumentar la volatilidad de las carteras por perfiles para compensar la situación, con lo que alguien conservador, puede estar asumiendo un nivel de riesgo con el que no se sienta cómodo, y cuando haya una situación negativa intensa, esto salga reflejado. Como asesores financieros, debemos de evitar este tipo de situaciones, hablando con los clientes, y respetando y comprendiendo los perfiles de inversión reales admitidos por los inversores.
Algo parecido pasa a la hora de analizar y elegir activos, especialmente en la Renta Fija. Cuando hay unos tipos tan bajos, se intenta elegir activos que den un plus de rentabilidad, pero en ciertas ocasiones son activos con riesgos financieros superiores a lo que puede parecer, por lo que hay que tener muy claro, que coste en riesgo asumimos en la cartera de inversión por intentar obtener un incremento de la rentabilidad implícita.
Para concluir, en lo que se refiere a otros damnificados de los tipos de interés cero o negativos, además de los ahorradores, se encuentran las entidades financieras. El negocio financiero, con este nivel de tipos se resiente por varias líneas. En la parte del activo bancario, los márgenes de sus préstamos o hipotecas son decrecientes, y en la parte de pasivo bancario, el patrimonio global de sus ahorradores no crece como sería normal, por lo que su gestión de activos no aporta la rentabilidad necesaria para pagar a su estructura. Unido a esto, la competencia creciente de las fintech, más eficientes que las entidades financieras tradicionales, y el aumento de los requerimientos regulatorios, esta provocando un cambio drástico en el sistema bancario y financiero mundial, que traerá una nueva forma de entender y desarrollar el negocio financiero.
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